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Si no amamos las plantas ¿cómo cuidaremos el mundo?

La polución se vuelve insostenible, en verano los bosques se queman, los vertidos en ríos y mares matan miles de especies todos los años, la tala de árboles, la manipulación de las especies… todo lo que estamos haciendo vuelve a este planeta cada vez menos verde. Si no hay verde, no hay salud, no hay…

La polución se vuelve insostenible, en verano los bosques se queman, los vertidos en ríos y mares matan miles de especies todos los años, la tala de árboles, la manipulación de las especies… todo lo que estamos haciendo vuelve a este planeta cada vez menos verde. Si no hay verde, no hay salud, no hay oxígeno, no hay alimento…. si no hay verde, la vida desaparecerá así que el cuidado de este planeta pasa por amar las plantas, respetarlas y cuidar todo lo que en ellas anida.

Gardalia Quispe Guillermo, una estudiante de la Universidad Nacional del Centro de Perú, lidera un precioso proyeto que se llama HampiPacha, que quiere decir «Tierra que Sana». Gardalia se dió cuenta que lugares como Acopalca, estaban desprovistos de centros médicos y que incluso el más cercano se encontraba a más de una hora caminando y eso a vece es incompatible con la enfermedad. Así que inició un proyecto de recolección de plantas para crear una «farmacia natural» disponible en regiones como ésta. Enseguida se dio cuenta de que algunas de esas plantas medicinales estaban en peligro de extinción y se le ocurrió otra gran idea: cultivar esas plantas y darles un futuro a muchas mujeres agrícolas de la zona. Todos ganan en proyectos así: la comarca se enriquece, las personas de la zona tienen una alternativa de salud y las mujeres agrícolas, un futuro.

No puede ser tan difícil liderar proyectos similares y los distintos gobiernos no deberían poner tantas trabas para optar por la fitoterapia cuando la medicina no llega. Si pudiéramos defender la fitoterapia como un valor en sí mismo, seríamos más amables con el planeta porque comprenderíamos el valor de esas plantas que nos curan el cuerpo y el alma. Incluso las plantas venenosas en su justa dosis constituyen una fuente inagotable de medicinas sobre las que se apoya nuestra farmacopea occidental.

El mundo está lleno de bondades que quemamos, sobre las que vertemos basura, contaminamos el agua del que dependen… como si nosotros no necesitáramos de la Madre Naturaleza, como si fuera con nosotros.

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