La espagiria es una vertiente de la alquimia destinada a crear medicinas apoyándose en los prinicipios alquímicos básicos. Esta herramienta fue atribuida a Paracelso, el padre de la medicina, y fue él quien desarrolló la espagiria. Como todo mecanismo alquímico, a través de la espagiria se separaban los elementos de una planta para volverse a unir purificados por separado utilizando mecanismos como la fermentación, destilación, maceración y calcinación y aplicando el orden astrológico de cada planta utilizada.

Paracelso consideraba que la naturaleza en bruto estaba sin concluir y era la mano del hombre quien hacía el acto de potenciar las medicinas vegetales con la ayuda de Dios elevando los preparados a un nivel superior. Así, a la planta curda, se separaba en los tres conceptos psicológicos «mercurio», «azufre» y «sal» para luego ser combinados en el medicamento espagírico.

Esto choca completamente con el principio actual de fitoterapia donde se considera que lo más natural siempre es más valioso dado que nuestros artificios alquímicos actuales distan tanto del trabajo espiritual del pasado que hemos llegado a la desnaturalización exagerada de las cosas.

En este proceso en el que hemos pasado de un proceso donde la mano del ser humano era más valiosa que la naturaleza hasta llegar a la conclusión de que la naturaleza es más valiosa que todo lo que toca el ser humano, nos hemos dejado en el camino dos aspectos que explican nuestro presente: nos hemos dejado a Dios (entendido como lo espiritual) y la humildad (sin permiso de lo divino, la mano del ser humano no puede sublimar la naturaleza sino sólo arruinarla).

Por esa razón, la espagiria de nuestros días nos invita  a volver a atrás, comprender los viejos principios desde la humildad y comprendiendo el valor espiritual del acto espagírico, y experimentar la autotransformación a la vez que se realiza el preparado mágico o alquímico. Sin autotransformación, no es posible comprender el trabajo con las plantas.

 

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