Se considera que la química es una ciencia que evoluciona de la alquimia. Sin embargo, en su evolución se desprendió de algo que creía innecesario pero que siempre fue la esencia de todo y ese algo es la espiritualidad.  Más que ser una ciencia que ase apoya en los procesos químicos, es una visión del mundo que se sustenta sobre la fermentación y putrefacción como caminos vitales e inprescindibles hacia lo divino. La alquimia trata de descifrar el alma de la naturaleza, nuestra esencia pura.

Así el alquimista vegetal no puede desprenderse de una visión espiritual. Necesariamente tiene que conectar con la dimensión universal que brinda la espiritualidad. Esto no significa que deba procesar una religión concreta pero sí debe tener una conexión espiritual, aunque ésta no tenga apellido religioso. Por eso la meditación y conexión con el Universo para empezar a trabajar así como el agradecimiento al finalizar el proceso, se hacen imprescindibles en el ejercicio de la alquimia vegetal. Por eso el laboratorio del alquimista tampoco debe ser accesible a cualquiera que no se haya iniciado dentro de esa visión espiritual.

Además, el alquimista vegetal debe tener presente que su objetivo es la evolución espiritual constante. La posibilidad de transmutar los elementos vegetales es el premio por ese trabajo personal de elevación que se descubre incluso en los procesos alquímicos.

Diferencia entre química y alquimia

Mientras que en la disciplina de la química, teniendo los ingredientes correctos y respetando las medidas y los procesos, el resultado es el mismo, en cambio, no sucede igual en la alquimia a pesar de tener las mismas medidas y  procesos. Esto ocurre porque el operador influye en los resultados. Es como, por ejemplo cuando se cocina. A pesar de que una persona pueda imitar a otra en cantidades y en la forma de hacer el guiso, lo que ocurre es que el plato nunca sabe igual. La razón es porque el químico trabaja con sustancias muertas o estériles mientras que el alquímico  mantiene su labor entre elementos vivos. La vida interacciona y por eso el alquimista también lo hace y todo lo que es y la forma en cómo ve el mundo, a dios y a todo, influye en el resultado final. Si el operador tiene una acción positiva sobre la materia, la materia se deja operar y evolucionará hasta el punto deseado y todas las creaciones en el laboratorio alquímico necesitarán de nuestra acción material y espiritual. Los proceso de espera, son momentos de oración o conexión espiritual en alguna de sus formas y, obviamente, se trata de un camino solitario.

La foto de este artículo ha sido cedida por la fotógrafa alquimista Ligiaeterna. Puedes conocer su obra aquí: https://encuadresdeligeiaeterna.jimdofree.com/