La magia tan sólo es nuestra capacidad de sorprendernos y de experimentar con nuestro entorno. Cuando trabajamos con la magia de las plantas, nos hacemos uno con ellas, entramos en comunión con su mundo, con sus sentidos y con su espíritu. Abandonamos nuestro egoísmo humano para contemplar la belleza del mundo vegetal. Las plantas tienen una docena de sentidos más que nosotros así que tienen más conexiones hacia el mundo que nosotros. Nos sirven de antenas para conectar con sensibilidades ajenas. Nos abren las puertas hacia mundos que son desconocidos para nosotros.
Y lo más curioso es que no hay que hacer grandes esfuerzos para que esa comunicación se dé. Las personas que trabajan con plantas, aunque sean científicos que sólo fijan su atención en aquello que pueden comprobar, suelen quedar asombrados por lo que las plantas les enseñan cuando simplemente hacen el acto de observar.